Hoy se ha presentado la antología de poesía espiritual "La luz de tu rostro". Un libro editado por Endymion y donde se recoge la poesía andaluza de nuestro tiempo. Ha estado a cargo de María Luz Escuín y Araceli Sánchez Franco.
En palabras de Antonio Agredano, "el
verso siempre es un río de tinta que lleva a Dios, y toda poesía es una poesía
del espíritu. Porque más allá de sus íntimos panteones en el escritor hay
elevación y ansia por abandonar la tierra, la creación es un matrimonio extraño
entre permanencia y trascendencia. El poema quiere quedarse entre nosotros y a
la vez abandonarnos.
El creador que niegue la entrada
a lo divino se equivoca y morirá de sed.
Escribió el sacerdote escritor,
ensayista y poeta argentino Hugo Mujica ,"que el paraíso no fue perdido,
lo perdido es el asombro". Y gracias a libros como este se siente viva esa
capacidad para el perplejo.
Sirvan estos versos para abrir nuevas
puertas a viejos asombros, sirvan estos versos como refugio del alma".
Se presentó en el Palacio Episcopal, Obispado de Córdoba un lugar donde la poesía espiritual se eleva aún más y se llena de luz. El salón estaba lleno del aroma de las flores y del romero, los poetas antologados son: Francisco Carrasco, María Victoria Atencia, Carlos Clementson, Juana Castro, Rosa Díaz, Soledad Zurera, Diego Alonso Cánovas, Alfredo Jurado, Álvaro Salvador, María Luz Escuín, Isabel Romero, Mercedes Castro, Paloma Fernández Goma, Jesús Tortajada Sánchez, Manuel Sanchiz Salmoral, Fernando de Villena, Fernando Sánchez Mayo, María Sanz, Manuel Gahete, José Antonio Santano, Juan José Téllez, Antonio Varo Baena, Manuel Rámila, Francisco Morales Lomas, Manuel Moya, José Sarria, Rocío Biedma, Rafaela Hames, Juan Antonio de Priego y González de Canales, Pilar Sanabria, Antonio Orihuela, Araceli Sánchez Franco, Jesús Cotta, Antonio Agudelo, Enrique Barrero Rodríguez, María José Mures, Antonio Praena, Jorge Colmenero, Daniel Cotta, Victoria García Gómez.
El acto terminó con la danza de María Hames, un espectáculo de tierra y aire donde el cuerpo no encuentra fronteras.