lunes, 22 de junio de 2015

Ángel

Nuestra dulce alegría
duró nueve meses
porque tu ignorancia
hablaba con la ternura
que ahora echo de menos.

Acariciabas tu vientre
mientras me hablabas suave,
siendo feliz a mi lado.

Pero ahora
no entiendo tus lágrimas
en la eterna madrugada,
quizás tu alegre despertar
fuera mi ausencia.
No me miras al mirarme,
me gritas al hablarme.
No pensaste que la traición
del Ángel veintiuno
volaría sobre ti.