Tranquila es el alma
que no espera nada,
inquieto es el niño
que juega haciendo daño,
torpe es la mano
que no sabe lo que toca;
y alegre es el resplandor
de la luz en tu boca.
Inquieta soy yo
cuando te miro tranquila,
y torpe es mi mano
cuando busca tu cuerpo
apretado, en la noche
de un día cualquiera.