jueves, 23 de julio de 2015

Carta rosa

Mirando la planta que hay en mi patio inevitablemente he pensado en ti una vez más. Día a día sus flores crecen como mi sentimiento, de ella brotan flores moradas, morado, ¡qué color tan extraño, ni azul ni apasionado rojo, ni frío ni calor... ahora este color ya tiene una nueva historia, ya no es cualquier color, tú le has dado vida al único que en mi existencia cromática cuenta con tu leyenda, es la historia de la ternura la que te une a la naturaleza. Tu mejor regalo, pétalos violáceos prensados. Todo un lujo y a la vez un nuevo símbolo. 
Son las siete y media de la tarde, a lo lejos se oye una vieja campana tocando para que los fieles se acerquen a la oración, como el moecín llamaba a los suyos, es la misma sucesión de los hechos, nada ha variado, sólo la tecnología nos diferencia en el espacio... Tengo muchos sentimientos aún por clasificar y analizar, me gustaría hacer de ellos un esquema, pero son íntimos y necesitan algo más de atención: sensación de amor y odio, ilusión y desencanto... pero cómo pensar con este calor que todo lo desintegra y confunde, de dónde saldría un pensamiento digno de confianza. 
Me gustaría que estuvieras a mi lado para que me ayudaras con mis obsesiones, la única persona que los puede apartar y clasificar eres tú, encima es tu trabajo y sabes hacerlo. La lejanía me dista de pensar en otra cosa que no se aproxime a ti, mas luego te vas y vuelvo con otro nuevo problema... Me dio pudor confesarte mi grotesco afecto, pero es cierto, ahora no sé si cuando te llamo acudes por mi desesperación o por el cariño que reniegas expresarme o tal vez las dos ideas sean tu urgente regreso, sea como fuere tenemos las mismas ideas de las cosas y esto nos une. Al conocer mi ternura te agrandas y enorgulleces, mas no te aprovechas de esta debilidad como hacen los amantes crueles, por eso no insistimos, por eso queremos estar siempre cerca el uno del otro, meditando pienso que estar juntos sería peor que estar cerca, todo se vicia con el tiempo, en la distancia que nos separa no existe el tiempo por eso nada se puede dañar. Por este procedimiento conservamos nuestro prístino amor. Lo que no sabes, o tal vez no lo sepas sino que también lo sientas, cuando la fiebre sube y no tienes más remedio que desplomarte en tu Yo, ansío estar contigo y grito a Hefesto para que encienda su fragua y forje nuestros cuerpos en uno solo y permanecer eternamente hasta el infinito.